martes, 31 de marzo de 2009

El “arrallano” solitario

NUEVA YORK.- Melvin Mathews, Eli Heiliger, el extinto general Charles Dunlop y yo somos “cocolos puros”, sin “sangre dominicana”. A los hijos de cocolos y dominicanos les llamamos “arrallanos”. Muchos “cocolos puros”, sufrimos rechazo de los dominicanos, pero muchos “arrallanos” sufren rechazo doble y una terrible soledad, porque no son totalmente aceptados en ningún grupo.

El senador peledeísta petromacorisano Alejandro Williams Cordero es un “arrallano” sin consciencia de clase con un gran bolsillo apoyando su gigantesco, insatisfecho y confundido ego. Llegó a la política vía un ilustre “cocolo puro”, Austin Jacobo. En Presencia y Raíces, una organización neoyorkina, William conectó con Leonel Fernández, convirtiéndose en un generoso donante de campaña.

Cuando decidió ser senador, asistió a una reunión de consueleros en El Bronx, buscando apoyo. Ahí le pregunté por qué no intentaba diputación que sería menos difícil. El entonces senador José Emeterio Hazim Frappier (no me da ni frío ni calor) controla la vida económica petromacorisana.

“Ganarle sería costoso, difícil y trágico. Con él, si ganas, pierdes, porque humillar al dueño del pueblo con una derrota sería la peor desgracia de tu vida”, comenté.

“Senador o nada”, dijo su ego con voz ventríloca.

Intentando disuadirlo, el presidente Fernández le preguntó: “¿Doctor William está usted seguro de que puede ganarle al senador Hazim, está usted seguro de que quiere dejar sus prósperos negocios en Nueva York por una posible senaduría?” Respondió usando a Danilo Medina, para conseguir la candidatura. Contra la voluntad presidencial, este perfecto desconocido se gastó más de un millón de dólares y derrotó al incumbente. Los petromacorisanos votaron contra la centralización político-económica que representa Hazim Frappier. Ahí comenzaron los problemas de Williams Cordero, pero él ni lo advirtió, porque su ego embriagado de su propia grandeza de seguro se consideraba camino a la Presidencia de la República.

viernes, 27 de marzo de 2009

El presidente Obama en crisis

El presidente Obama en crisis
NUEVA YORK.- Usar pistolas para conseguir dinero del banco es un atraco. La policía balea a los atracadores considerándolos “basura humana y social”. Si un banquero saca el dinero por puertas invisibles, es un “autoatraco”, pero si muchos lo hacen simultáneamente, es una “crisis financiera”. Y les damos dinero a los banqueros para que no saquen más y, mientras más les damos, más sacan.

El banquero evolucionado del siglo XXI supera por mucho a los de siglos anteriores. Algunos banqueros del pasado confundieron su dinero con el de sus ahorrantes y terminaban en la cárcel. Los de ahora, sin pistolas ni confunsiones, sentados en sus bancos hacen que los contribuyentes les entreguemos billones de dólares.

Parece un atraco celular.

¿Cómo lo hacen?

En complicidad con los políticos.

La crisis financiera tocó fondo en septiembre, pero empezó en marzo, hace un año, con el colapso Bear Stearn, donde pusimos US$230,000 millones. En el verano Fannie Mae y Freddie Mac se chuparon otros US$200,000 millones, American International Group (AIG) lleva unos 190,000 millones. Después del colapso de septiembre le dimos US$787,000 millones al gobierno de Bush en sus días finales. Las soluciones de Bush, durante diez meses, costaron $1.4 billones. (trillones en inglés).

En dos meses, el presidente Barack Obama consiguió US$790,000 millones primero; ahora habla de un billón. En total Obama lleva US$1.7 billones, US$300,000 millones más de lo que Bush gastó en 10 meses. Los banqueros se han buscado más de tres billones para “descongelar el crédito”.

Y nada cambia.

Y sólo tenemos dos cosas seguras.

Primera: nadie sabe cuánto costará “resolver” la cuestión, pero cueste lo que cueste, pagaremos nosotros. Segunda: Obama no cambia la política de Bush. Repite los mismos errores esperando resultados diferentes. Parece que desperdiciará su popularidad y la oportunidad de producir los cambios que tanto prometió y necesitamos.

lunes, 16 de marzo de 2009

Agoniza Detroit

NUEVA YORK.- Los dominicanos lo decodificaron primero. Para los estadounidenses GMC significa General Motors Corp., para nosotros, “Grande Malo y Caro”. Ese es el secreto del agónico modelo capitalista estadounidense. Lo grande, malo y caro se rompe pronto, asegurando ventas futuras, porque compramos otro. A principios del siglo pasado había que ahorrar durante largos años para comprar un automóvil. ¿Cómo logró GMC que tantos pobres del mundo compraran sus carros caros?

Inventando el crédito.

En 1919 GMC creó una empresa para financiar la venta de sus autos, iniciando el modelo de “crecimiento” basado en créditos. Detroit, la ciudad del automóvil, muestra el resultado directo de la distribución riquezas que promueve GMC. Entre las grandes ciudades estadounidenses, Detroit quizá es la más sucia, insegura y fea. Su casco urbano tiene hermosos edificios de oficinas corporativas, pero en el resto hay tanta pobreza, criminalidad y marginación como en cualquier ciudad tercermundista. Su crisis inmobiliaria es gravísima, con un “tarjetazo” ($800.00) se compra una casa.

La única esperanza de GMC, ese símbolo industrial estadounidense, es un subsidio official, nos piden $39 mil millones. Esa suma no resolverá, prolongará y consolidará el problema, porque una dósis de droga apoya, no elimina la adicción.

Si GMC quiebra, 55 millones de hogares estadounidenses perderán sus pensiones. Y millones de empleos desaparecerán para siempre.

En 1919 GMC inventó ésta vida artificial, enseñándonos a gastar dinero que no teníamos en malos productos que no necesitamos. Como sólo un grupito se beneficiaba, en los primeros 10 años, para 1929, vino la Gran Depresión. La solución comenzó en 1933 con el New Deal (Nuevo Pacto Social) del presidente Roosevelt, distrubyendo mejor las riquezas.

El nonagenario modelo de GMC merece morir, así podremos renovar el pacto social, cambiando los productos Grandes Malos y Caros, por otros Pequeños Buenos y Baratos.

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