domingo, 7 de junio de 2009

Obama y Sotomayor

George Bush padre defendió a capa y espada la confirmación de Clarence Thomas como juez de la Suprema Corte de Justicia en el verano de 1991. Con el voto de Thomas, nueve años después, el alto tribunal básicamente designó a George Bush hijo como presidente.

En una nación controlada por leyes, la designación de esos jueces extiende el legado e influencia presidencial más allá de su mandato. Por eso nominar jueces a la Suprema es el acto politico más trascendente en la vida de un presidente estadounidense. Obama acaba de compartir una importantísima cuota de poder con la comunidad hispana, sellando una alianza sin precedentes entre las minorías. La nominación de Sonia Sotomayor, entonces, es una de las primeras movidas políticas magistrales del presidente, porque neutraliza la oposición, promueve alianzas y pospone cuestiones conflictivas. La historia personal de Sotomayor, tiene similitudes con la de Obama; demuestran que aquí con esfuerzo y dedicación nadie tiene límites. Ella es hija de puertorriqueños nacida y criada en los complejos de viviendas subsidiadas para los más pobres de El Bronx.

Nadie cuestiona sus credenciales ni integridad. Ella tendrá que responder preguntas sobre el aborto, la privacidad, y el control de armas para ser confirmada. Eso es parte de cada proceso de nominación, pero la suya luce casi segura. Si los republicanos la bloquean, perderán aún más votos latinos y femeninos por varios años. Ellos quizá retrasen el proceso con retóricas, a ver si encuentran algo que pueda invalidarla, pero más de ahí será dificil. Y no pueden retrasarlo por mucho tiempo. La ansiada reforma migratoria tendrá que esperar más, aunque la paciencia se agota. Obama la promoverá “en algún momento antes del final” de su primer término. Con Sotomayor tenemos suficientes razones para confiar en la seriedad de las intenciones presidenciales.

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