martes, 25 de noviembre de 2008

Obama inicia el cambio

JC. Malone - 11/25/2008

La victoria suele “marear” a mucha gente, pero el presidente electo Barack Obama demuestra que su caso será diferente. El ensamblaje del gabinete indica que su estrategia central es construir un amplio consenso nacional en el que todos los participantes tengan razones personales y políticas para apoyarlo.

Hillary Clinton como secretaria de Estado es una movida genial. Ella está entre las personas más admiradas y respetadas del mundo. Esas dos características son esenciales para el trabajo de limpiar la imagen internacional estadounidense. Ella tiene una gran oportunidad como delegada de la Casa Blanca en el extranjero.

El presidente Harry Truman es famoso por el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki. Lo mejor de su administración, el Plan Marshall, no lleva su nombre, sino el de su secretario de Estado George Marshall. Otro “supersecretario de Estado” fue Henry Kissinger. Y por esas rarezas del sistema político estadounidense, el presidente le renuncia al secretario de Estado, como hizo Richard Nixon.

Durante las primaras Hillary dijo que no se reuniría con los líderes de Siria e Irán, ahora quizá tendrá que hacerlo. Los políticos profesionales se alimentan tragándose sus propias palabras.

Designarla como secretaria de Estado demuestra buen juicio político porque construye consenso y mantiene un rival importante lejos, pero siempre bajo su estricto control.

Obama le ofreció a John McCain apoyar su propuesta de reforma migratoria, para que entre a la historia como autor de una gran reforma legal. La Ley McCain-Kennedy sustituirá a la Simpson-Rodino. Aquí Obama resolverá una prioridad nacional, ampliando su consenso hasta incluir al ex candidato republicano; y complace al senador Ted Kennedy, sin pagarle, porque le debe muchísimo a esa familia.

Un presidente mulato, un judío gerente de la Casa Blanca y una mujer secretaria de Estado muestran que arrancó el cambio que tanto necesitamos y esperamos.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Ya no somos pobres

J.C. Malone - 11/21/2008

NUEVA YORK.- La crisis financiera evoluciona de formas tan espectaculares, que su última manifestación es una crisis global de identidad corporativa y personal. Comenzó con Goldman Sachs y Morgan Stanley, únicos “sobrevivientes” de Wall Street que como delincuentes de películas cambiaron de identidad. Ahora son “Bank holding companies” y “manejan” bancos.

La crisis de identidad corporativa saltó del sector financiero al industrial. General Motors, Ford y Chrysler ahora dicen que son “instituciones financieras”. American Express, la principal compañía de tarjetas de créditos del planeta, se “transfiguró”: ahora es un banco comercial.

Esta “transformación espiritual” nace de la codicia; quieren su parte en la piñata de US$700 mil millones que el gobierno inyectará en el mercado financiero. Todos están reverentemente alineados esperando su ración de golosinas, como católicos esperando la ostia de la comunión.

La transformación de AmEx parece una alerta de tsunami en el mercado de las tarjetas de crédito. Pronto sabremos cómo responderán Visa y Master Card.

El secretario del Tesoro Hank Paulson anunció otras transformaciones, porque ya no comprarán “activos tóxicos”: seguirán adquiriendo acciones en los bancos como hicieron en Inglaterra. Los banqueros británicos se comprometieron contractualmente a prestar el dinero antes de recibirlo. Aquí no hubo obligación, algunos bancos lo usaron para adquirir otros bancos y pagar jugosos dividendos con cargos al erario.

Las personas comunes y corrientes, vulgares y silvestres, sufrimos una fuerte transformación. Todos los contribuyentes hoy somos accionistas de bancos y compañías de seguros. Experimentamos la última mutación en esta crisis de identidad y transformación global. Ahora somos una nueva “élite financiera” sin participación en dividendos, por eso seguimos viviendo como cuando éramos pobres. Ayer prestamos US$700 mil millones para pagar malas apuestas bancarias, mañana prestaremos mucho más, los pobres no pueden hacer eso. La pobreza también mutó, ahora es un simple estado mental.

martes, 18 de noviembre de 2008

El cambio de Obama

JC. Malone - 11/18/2008

NUEVA YORK.- Bill Clinton obtuvo 44 millones de votos, pero Bush padre, Ross Perot y Pat Buchanan sumaron 59 millones. Había más gente “en contra” que “a favor” de Clinton, quién conquistó el 43 por ciento, mientras sus oponentes lograron el 57 por ciento del electorado. Por eso evitó enfrentamientos e inventó fórmulas para complacer a todo el mundo, obsesionado con ese “centro vital” de la política estadounidense. Clinton sabía que no tenía mandato popular, por eso siempre negoció.

Bush hijo obtuvo 50 millones de votos; Al Gore y otros candidatos sumaron 54 millones. Bush tenía el 47 por ciento, más que Clinton, y se le oponía un 52, no el 57 por ciento contra Clinton. Bush pasaba de la impopularidad a la irrelevancia, pero el 11 de septiembre unificó al país apoyándolo. Para el 2004 obtuvo 62 millones de votos, aumentó sus votaciones de 47 a 50 por ciento, sus opositores se redujeron de 52 al 49 por ciento. Y Bush gobernó como si tuviese un gran mandato popular.

Contra Barack Obama votaron 59 millones, y 66 millones en su favor. El país repitió la votación del 2000. Ayer el 52 por ciento de los votos fueron demócratas; sólo el 47 por ciento era republicano. Hoy el 52 por ciento votó por Obama, el 47 por ciento en contra, otorgándole el mandato popular que nunca tuvieron ni Clinton ni Bush. Y asumirá el gobierno en una crisis que, bien manejada, puede aumentar su popularidad.

Obama tiene mandato popular, legitimidad y la buena voluntada del planeta para introducir algunos cambios que todos esperamos. En él se unen oportunidades y posibilidades, todo dependerá de sus habilidades para implementar cambios significativos esperados.

Como político profesional es seguro que Obama decepcionará a muchos, pero también puede cambiar muchas cosas. Ya compramos su oferta electoral. Ahora esperamos el cumplimiento de las promesas.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Cerrando el agujero negro

JC. Malone - 11/14/2008

NUEVA YORK.- Entre los principales aportes del presidente Bush a la antología de la infamia, la devaluación humana y el derecho pre-jurásico, está el “Centro de Investigación Guantánamo”. Es una versión evolucionada del infierno de Dante, la Bastilla francesa y el Gulag soviético. Extirpar esa tumoración del ordenamiento internacional contemporáneo está entre las prioridades iniciales del presidente electo Barack Obama.

Ningún ser humano debe considerarse libre en un mundo donde funcione Guantánamo, el perfecto adefesio moral, político y judicial. En ese agujero negro entre los códigos, el tiempo, el espacio, la historia y la conciencia humana, hay unos 200 hombres cumpliendo una cadena perpetua secreta y no declarada. Su “arresto-condena” fue decidido por un secreto comandante, por razones tan secretas como las evidencias para mantenerlos en “interrogación”. Entre ellos hay honestos e inocentes padres de familia. Obama libertará a una parte y enviará otros a cortes criminales o tribunales militares.

Según Bush estos individuos no pueden ser liberados ni juzgados en corte alguna porque son muy peligrosos. El “razonamiento” parece ser, si hay algo “racional” en todo esto, que los recluidos en Guantánamo son una subespecie evolucionada de un tipo de delincuente humano. Ellos cometieron, pensaron cometer o pueden cometer delitos tan horrendos que no están condenados en ningún código del mundo, por eso no hay jueces capaces de juzgarlos. El destino ineludible de esos parroquianos será pudrirse en Guantánamo hasta que “evolucionemos” como especie y sociedad para desarrollar códigos y jueces que puedan juzgarlos.

Guantánamo, el “Departamento de Seguridad Interna” y la “Guerra Contra el Terrorismo”, son hijos legítimos de la fornicación ilegítima entre la Iglesia y el Estado. Nacieron del concubinato entre fundamentalistas cristianos y ultraderechistas políticos que controlaron la administración Bush. Cerrar Guantánamo inicia el desmantelamiento de toda esa estructura del horror y el sin sentido.

martes, 11 de noviembre de 2008

Bala de plata almibarada

JC. Malone - 11/11/2008

El presidente Bush derrotó a John McCain dos veces con las mismas armas, tácticas y estrategias. Combinando miedo, divisionismo, asesinato de reputaciones, calumnias y extremismo ideológico le ganó las primaras republicanas del 2000. Usando y abusando las mismas técnicas Bush fue reelecto, desgastándolas y desacreditándolas en su segundo período. Ganando como conservador moderado, gobernando como ultraderechista descarado.

Como conservador independiente y moderado McCain fue el aspirante presidencial republicano más potable, pero eso no le aseguró la candidatura. Se entregó a los ultraderechistas fundamentalistas cristianos, quienes empujan la bipolaridad al extremismo, aceptan entrega total, o enfrentamiento abierto. “Con nosotros o con los terroristas”, es la evolución del viejo, “conmigo o contra mí” o “con Dios (yo) o con el Diablo (ellos)”.

Los ultraderechistas del fundamentalismo cristiano son un “grupúsculo”, menos del 10% del electorado estadounidense. Como grupo, sin embargo, eran la maquinaria más activista y militante conocida, hasta que Barack Obama armó la suya. Casándose con el pasado que llevó y mantuvo a Bush en el poder dos veces, McCain escogió a Sarah Palin como candidata vicepresidencial.

Con Palin como nueva estrella en el firmamento republicano los votantes moderados huyeron de McCain y, simultáneamente, comenzó el descalabro en Wall Street. Tomado por sorpresa, el viejo soldado mantuvo hasta donde pudo la lealtad a Bush y a sus políticas, perdiendo los pocos votos moderados que le quedaban.

Cuando quiso sacudirse ya era tarde. Bush terminó lo que su padre dejó inconcluso en Irak; enviando a sus estrategas para que remataran a McCain, “desde adentro”, porque lo dejaron con vida en el 2000. McCain recibió su Caballo de Troya con brazos abiertos, entregándoles el control de su campaña. El tiro de gracia que mató al viejo político de Arizona, el último disparo del pistolero tejano, fue una bala de plata almibarada.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Bush, debut y despedida

J. C. Malone - 11/7/2008

NUEVA YORK.- El cadáver de un marine arrastrado por las polvorientas calles de Mogadisciu, Somalia, fue una humillación para las fuerzas armadas estadounidenses. Y ocurrió iniciado el gobierno de Bill Clinton, demostrando que el joven gobernador de Arkansas era “inepto e incapacitado” para defender al país, a sus militares y su honor. En Somalia habían muchísimos frentes de batalla y la única misión de los Marines era convertirse en blanco del ataque de todas las facciones en pugna.

El ex presidente Bush demostró más honor y principios que su hijo. Y envió tropas a Somalia exactamente 44 días antes de entregarle el poder a Clinton, sólo para ensuciarle el agua. Y lo logró. Bush hijo cometerá nuevas tropelías en sus últimos días.

Legalmente no puede cambiar reglas “económicas significativas” después del 20 de noviembre, ni producir “otros cambios” después del 20 de diciembre. Bush padre, considerado “decente” envió las tropas a Somalia el 9 de diciembre. Bush hijo legalizó las torturas, convirtió a Guantánamo en símbolo judicial estadounidense y la vergüenza de Wall Street en ejemplo de su capitalismo.

¿Cómo se despedirá?
La buena noticia es que pronto terminaremos ocho años de ineptitud antológica, consistente y disciplinada. Bush desprotegió a New Orleans y a sus damnificados del huracán Katrina. Bin Laden sigue suelto, Irak resultó un desastre y Afganistán es una nueva amenaza. La implosión financiera fue el pelo que le rompió el lomo al camello. Por eso, y lo que falte, recordemos a Bush no como un hecho histórico, sino como una pesadilla espantosa.

Los casi 60 días camino al cambio de mandos pueden ser particularmente difíciles; la noche siempre es más oscura justo antes del alba. Bush entró arrebatando el poder en una trifulca que latinoamericanizó la política estadounidense. Quien mal debuta, y peor actúa, difícilmente se despida bien.

martes, 4 de noviembre de 2008

Nerviosismo racial

JC. Malone - 11/4/2008

NUEVA YORK.- Ganar el tercer gobierno del mismo partido es difícil para cualquiera. Bill Clinton terminó con 70% de aprobación, pero los demócratas perdieron. George W. Bush sale con 71% de rechazo. John McCain la tiene difícil. El candidato republicano tiene 71 años, y promueve ideas increíblemente más viejas que él, empeorando su posición. Este viejo soldado intenta una especie de “misión imposible”, luchando en condiciones adversas, contra un formidable producto-candidato: Barack Obama.

Cuando los republicanos se desgastan, hasta un muerto les gana. Al ex procurador general, John Ashcroft, un candidato que murió poco antes de las elecciones le ganó la senaduría de Missouri en el 2000.

Escapar de la pesadilla Bush cuanto antes y a cualquier precio, es la primera prioridad del electorado. La economía y los impuestos siguen en orden. Obama le lleva a McCain 21 puntos en las preferencias electorales para manejar la economía y 14 en materia impositiva. En 30 estados que permiten votación anticipada, la mayoría de los votantes son demócratas y acudieron masivamente a votar. Quedan lugares como Ohio, Pensilvana, Missouri y Florida, con votantes “indecisos”, inclinándose contra McCain.

Obama lleva la delantera pero, como en esta campaña cayeron todos los pronósticos, nadie asegura que ganará. Las elecciones lucen “reñidas” porque Obama es negro, si fuera blanco ya hubiese ganado de calle. Y McCain ha dado una admirable muestra de honor y gallardía al no manipular el racismo en su campaña. Todavía hay quienes creen que a muchos blancos, trancados en las casetas de votaciones, el racismo les impedirá elegir un negro. Por eso el triunfo de Obama será la primera gran derrota del racismo mundial, obligando a replantear todas las relaciones raciales en el área de influencia estadounidense. Por eso los racistas del planeta están nerviosos.

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