Premio Nobel devaluado
NUEVA YORK.- Los mejores chistes son jocosas envolturas para serias verdades. El presidente Barack Obama, representado por un comediante, recién manifestó su satisfacción porque alcanzó su principal objetivo politico; demostrar que no conduciría al país hacia el comunismo. ¿Cómo lo hizo?: “durante nueve meses en la Casa Blanca no he hecho absolutamente nada, ni dentro ni fuera del país”.
Obama recién alcanzó la irrelevancia total acudiendo a varios programas de TV y pidiéndole al Comité Olímpico Internacional que Chicago sea sede de las próximas olimpíadas; nadie le hizo caso.
Ahora Obama ganó el Premio Nobel de la Paz.
El galardón, como todo en este mundo binario, tiene dos caras. Una reitera el rechazo a George W. Bush. La otra recompensa los hermosos discursos de Obama, pidiendo abolir las armas nucleares, promoviendo un acercamiento al mundo islámico, reenfocando la paz del Medio Oriente y enfrentando el cambio climático. Pero con palabras, no hechos. La Academia del Nobel dice que él le devolvió al mundo “la esperanza” de un “futuro mejor”. Y explica que lo premian “por lo que él ha hecho en el último año” pero Obama tiene sólo nueve meses gobernando, “hablando bonito” y nada más.
El Nóbel se devaluó hace tiempo.
Después de Vietnam y el napalm, Henry Kissinger ganó el Premio Nobel de la Paz, pero Mahatma Gandhi nunca lo consiguió. Y Obama lo ganó comandando guerras en Irak y Afganistán. Mikhail Gorbachov y Nelson Mandela lo ganaron: uno transformó el mundo terminando la Guerra Fría; el otro acabó el racismo institucionalizado en Sudáfrica. “No siento que merezca estar en compañía de tantas figuras transformativas que han sido honradas con este premio”, dijo Obama.
La desesperanza mundial es tal, que incluyendo las palabras “esperanza y cambio” en todos sus discursos, mientras guerrea en dos frentes, Obama ganó el Premio Nobel de la Esperanza.
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