La Próxima Movida Pontificia J.C. Malone

NUEVA YORK.––Los cardenales defendiendo al Papa Benedicto XVI en los escándalos de pedofilia, actuan como el gabinete de Richard Nixon en el escándalo Watergate. Denuncian una “conspiración” contra el Pontífice, como Hillary Clinton denunció la “vasta conspiración derechista” contra su marido en el escándalo Lewinsky.
Ayer miles de millones de espermatozoides presidenciales sobre un vestido de Lewinsky desmintieron a Hillary, hoy la realidad desmiente las teorías conspirativas. The New York Times reveló que Joseph Palanivel Jayapaul, buscado por abuso sexual en Minnesota, es sacerdote en la India. Y Prensa Asociada demostró que en 1985 Joseph Cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, defendiendo el "bien de la Iglesia universal", se negó a excomulgar al padre Stephen Kiesle, condenado por pederastía en California.
¿”Qué sabe el presidente y cuándo lo supo” sobre el espionaje telefónico contra el Comité Nacional Demócrata del edificio Watergate?. Nixon nunca respondió, renunció y muchos de sus funcionarios terminaron presos. Hillary negando las infidelidades de Bill saboteó sus propias posibilidades presidenciales.
Este escándalo lo iniciaron estadounidenses y europeos, incluyendo víctimas de los pedófilos, demandando acciones contra los abusadores. Sus obispos demuestran con documentos que pidieron castigo, pero El Vaticano se negó.
Algunos casos son realmente escandalosos.
El padre Lawrence Murphy, por ejemplo, sería enjuiciado por abusar a 200 niñitos sordomudos en Wisconsin, y le solicitó a Cardenal Ratzinger suspender el juicio; fue complacido. Una década después de la solicitud, Cardenal Ratzinger excomulgó al padre Michael Teta, acusado de múltiples abusos sexuales en Arizona.
Nixon luego concluyó que su principal error fue “encubrir la verdad”. Clinton dejó de mentir, confesó y retuvo la presidencia.
La canciller alemana Agela Merkel, demanda de su compatriota el Papa, “verdad y claridad sobre todo lo ocurrido”. El semanario estadounidense National Catholic Reporter, pide “respuestas directas del Santo Padre”.
¿Qué hará Benedicto XVI?