NUEVA YORK.ñ Antes de partir a la Cumbre de las Americas, el presidente Barack Obama abordó tres de los cuatro temas puntales de la agenda bilateral Washington-Latinoamérica.
De su conversación con el presidente mexicano Felipe Calderón vendrán nuevas estrategias sobre drogas, inmigración y control fronterizo. Mayor énfasis en prevención es de esperarse.
Obama aprovechará las masacres de México y el peligro que significan para Estados Unidos para promover leyes de control de armas. Porque los estadounidenses financian el narcotráfico como principales consumidores, y proveen las armas que usan los narcotrafifcantes para matar policías. Obama y Calderón abrirán una era de “nueva y mutua responsabilidad”, sobre drogas inmigración y control fronterizo.
Esos tres temas tienen a la secrtaria de Estado Hillary Clinton en la isla de Santo Domingo. Ahí dos serios problemas pueden parir un tercero potencialmente catastrófico. Es urgente prevenir o retrasar el colapso total de Haití. Eso acabaría la frágil paz social y gobernabilidad dominicana, corroídas por la corrupción, la delincuencia y el creciente irrespeto a vidas, propiedades y libertades individuales.
Eliminar restricciones de viajes y remesas a Cuba fue un buen anticipo. Cuba, sin asistir a la Cumbre, ocupará mucho tiempo de la agenda. Solicitarán su readmisión en la OEA y otros reclamos justos que tendrán que negociar Washington y La Habana.
La cuestión migratoria se soluciona. Las principales centrales sindicales estadounidenses apoyan amnistiar a los indocumentados.
Ojalá los líderes latinoamericanos, que suelen imitar estilos estadounidenses, copien el gran oído de Obama; que aprendan a escuchar con atención y a responder con precisión. Quienes se sientan escuchados deben escuchar a sus pueblos.
Promoviendo luchar contra la pobreza como modelo de comercio y cooperación, Puerto España será el escenario caribeño de su divismo poítico internacional. Asiáticos y europeos casi lo endiosaron; entre negros isleños sonrientes, como él, Obama se sentirá en familia
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