NUEVA YORK.- Bastan unos pasajeros infectados de gripe porcina reciclando su respiración con otros 300 durante siete horas en un avión entre Ciudad de México y Nueva York. Ahí nace una crisis mundial. Estos pasajeros saldrán del avión, tomarán trenes, autobuses u otros aviones distribuyendo el virus en todas partes.
Llegarán a sus hogares aquí, en Latinoamérica, Europa, Asia, África y el Medio Oriente; besarán a sus familiares pasándoles el virus, que al día siguiente irá a escuelas y centros de trabajo. Dentro de una semana hay infectados en diferentes puntos del planeta. La nueva gripe porcina ya fue diagnosticada en América, Europa, el Medio Oriente y Nueva Zelandia. Hoy una epidemia local, globalizada, se convierte en pandemia mundial a la velocidad de la internet.
El nuevo virus tiene méritos propios para crear escalofríos especiales; mutó del cerdo al humano, se contagia entre humanos y tiene una complejísima estructura genética. Es un sujeto “multiétnico”, una mezcla de virus porcinos, aviares y humanos de diferentes puntos del planeta. Vive, se reproduce, transmite y muta entre humanos, cerdos y aves; es “local” en casi todo el mundo.
El Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) declaró al virus “Emergencia de Salud Pública”. Y el departamento de Seguridad Interna pasó a manejar la respuesta oficial, convirtiendo el asunto en una cuestión de seguridad nacional.
En 1918, cuando viajábamos en barcos, la llamada gripe española infectó a 500 millones de los 1,500 millones de habitantes del planeta, matando a 50 millones. El avión multiplica y acelera el contagio en una población mundial de 6,000 millones. Hoy los antivirales, antibióticos y ventiladores eléctricos son nuestras principales esperanzas. Esta gripe porcina es compleja y peligrosa. Surge junto a las crisis económica y financiera que siguieron a la crisis alimentaria; tiene el escenario ideal para convertirse en la pandemia perfecta.
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