JC. Malone - 10/1/2008
NUEVA YORK.– La historia de la administración Bush se escribirá con muchas referencias numéricas. El ataque terrorista es 9-11. Lehman Brothers, Merill Lynch y todo Wall Street colapsaron el 9-14. Ahora tenemos nuevas cifras. El 9-29, Bush fue derrotado en el congreso 228-205, ahí perdió los US$700,000 millones que busca y el índice bursátil Dow Jones se desplomó 777 puntos. Eso significó US$1.3 trillón en pérdidas adicionales. Quizá su más urticante número son los 133 republicanos que votaron contra el “rescate” financiero.
Sabemos que Bush perdió credibilidad con los demócratas, pero ahora resulta que también la perdió con los republicanos. Ellos siempre votaron por su presidente de manera firme y en bloque, pero ahora “le sacaron los pies”. Y Bush depende de los demócratas para alcanzar sus objetivos. La campaña electoral empeora las cosas. Más que soluciones reales a la crisis, cada grupo intenta pescar en río revuelto; son políticos, no podemos esperar otra cosa de ellos. Los demócratas deben mantener un balance delicado. Extender la crisis lo suficiente para que el país sienta los efectos del desastre económico de Bush, sellaría la derrota republicana.
Extenderla demasiado, sin embargo, podría afectarlos negativamente y guardarle a Barack Obama una economía colapsada. Muchos legisladores votaron contra el proyecto con sobradas razones, ellos irán a sus distritos a empujar sus campañas reeleccionistas, tienen muchísimos votantes sin hogar, desalojados por banqueros especuladores. Ellos no pueden pedirle a esa gente su voto y el dinero que no tienen, para rescatar a sus verdugos-banqueros.
Bush habló otra vez el martes, y cada vez asusta menos, no tiene nada que decir ni que arriesgar, no le queda reputación ni legado para defender. Los legisladores tienen elecciones que ganar en cinco semanas. En breve Bush conseguirá sus US$700 mil millones para “salvarnos” del Apocalipsis financiero inminente
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