miércoles, 29 de octubre de 2008

Obama, raza e inmigración

JC. Malone - 10/29/2008
NUEVA YORK.- Barack Obama resulta un candidato superfascinante, es como un novedoso político tridimensional. Hijo de un inmigrante negro y una mujer blanca, es blanco, negro e inmigrante, pero su estatura política se debe a que inspira y conquista el voto blanco. Eso se explica en su historia personal: lo crió la familia de su madre.

Su éxito politico descansa en su habilidad de esconder, negar o simplemente ignorar dos partes esenciales de su vida. Su raza negra y su origen migratorio. Las cuestiones migratorias y raciales siguen ausentes en sus discursos. Obama está al frente en las preferencias electorales sin tocar esos temas; no los mencionará porque podrían añadir posiciones conflictivas a su propuesta conciliadora.

Si aceptamos el ascenso de Obama como una cuestión racial, estaríamos admitiendo el fracaso implícito del estamento politico blanco y nadie está dispuesto a decir tal cosa.

Parece, sin embargo, que entre Obama y John McCain existe un pacto sagrado, no firmado, ni acordado verbalmente, pero fielmente cumplido, de no mencionar inmigración o racismo. Y pretenden, como todos los politicos perdidos en sus estrechos laberintos electorales, que los temas simplemente no existen si ellos no lo mencionan.

Los candidatos respetarán su pacto, la población no. En toda conversación política se discuten las ventajas, desventajas, posibilidades o imposibilidades de que un negro sea presidente. Mantener en silencio sus planes sobre relaciones raciales y migratorias es la estrategia o el precio pagado por el hijo de un inmigrante negro que busca la presidencia.

Quizá eso signifique que sólo la “parte blanca” de Obama entrará a la Casa Blanca, la negra y la migratoria no. Su sola llegada al poder cumple la más importante de todas sus promesas: cambio. Nada seguirá igual. Las situaciones raciales y migratorias también cambiarán. Ojalá mejoren, y no lo contrario.

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