J. C. Malone
NUEVA YORK.— Las ventas navideñas estadounidenses fueron las peores en los últimos 40 años, y en diciembre la economía perdió casi 600 mil empleos. Las grandes corporaciones piden ayuda pública, las medianas y pequeñas desaparecen. En una reciente encuesta entre inmigrantes, el 71% dijo que en el 2008 envió menos remesas que en el 2007 y cree que este año reducirá sus envíos. Todos los pronósticos dicen que la crisis empeorará en el 2009. Y China, principal prestamista del Gobierno Federal, dejó de comprar nuestras deudas y bonos.
¿Quién financiará el “rescate económico”? Barack Obama, anticipando un déficit fiscal superior al trillón de dólares, tomó las riendas del asunto. Faltando doce días para juramentarse, pronunció un discurso urgiendo al Congreso a que apruebe un paquete de estímulo económico de unos 800 mil millones.
Sus principales mandatos electorales son detener la hemorragia en Irak y solucionar la crisis económica nacional e internacional. Restablecer la economía manteniendo la seguridad será el principal desafío de Obama en un mundo cada vez más convulsionado. Aumentan las tensiones entre India y Pakistán; ambos tienen armas nucleares. A Irak se le suma el aumento de las dificultades en Afganistán. La reciente masacre israelí en Gaza es el último conflicto esperando al nuevo presidente.
Obama se concentrará en resolver las urgencias internas; dejará que su vicepresidente, Joe Biden, y secretaria de Estado, Hillary Clinton, disuelvan crisis y conflictos externos. Esa es la única política exterior que podrá reducir amenazas externas a la seguridad interna. Revertir la crisis económica, garantizando seguridad y paz mundial simultáneamente, parecen una misión imposible.
Crisis como la actual son oportunidades para que los pueblos elijan grandes líderes que produzcan grandes transformaciones. Esta es una gran oportunidad, para que Obama demuestre su grandeza.
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