miércoles, 24 de septiembre de 2008

Un chofer desgraciado

J.C. Malone - 8/13/2008
Gracias a su llamada “guerra contra el terrorismo”, George W. Bush disfrutó siete años de libertad total, irrespetando la Constitución estadounidense y el sistema jurídico internacional. “Garantizando la seguridad” su administración secuestró, torturó y encarceló indefinidamente a quien quiso. Cientos de miles de muertos en Irak y Afganistán, y una cantidad alucinante de billones de dólares después, finalmente celebra un “triunfo importante”.
Tuvimos la primera audiencia en los tribunales militares de Guantánamo, ese agujero negro en el tiempo, el espacio y todos los sistemas legales posibles. El “juicio”, como era de esperarse, fue en extremo curioso. Los jueces recibieron “órdenes” de condenar al prevenido. Las evidencias y los testigos se mantuvieron bajo estricto secreto en este misterioso proceso.
Al final, Salim Ahmed Hamdan, chofer de Osama Bin Laden, fue condenado a cinco años y medio de prisión. Como lleva casi seis años preso, en diciembre podría quedar libre, pero la administración Bush asegura que es un sujeto “extremadamente peligroso” y lo retendrá preso indefinidamente como “combatiente enemigo”.
Hamdan es el chofer más desgraciado del mundo y Bin Laden el villano más afortunado. El chofer de Adolfo Hitler, Erich Kempka, pasó dos años preso, lo liberaron y murió de viejo en su cama. El chofer de Il Duce, Benito Mussolini, Ercole Boratto, escribió un libro sobre la vida sexual de su jefe. El capitán Zacarías de la Cruz murió en su cama muchísimos años después del generalísimo Trujillo.
Condenar al chofer con Bin Laden suelto parece un contrasentido, pero es coherente con la política bushiana. Antes de buscar a Bin Laden en las montañas afgano-paquistaníes, Bush decidió invadir Irak, que no tiene relación alguna con el fundamentalista islamita, ni con terrorismo. Pronto podrían arrestar al perro del vecino de Saddam Hussein: pudo haberle movido la colita al dictador.

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